El deseo de cambio está siempre presente en la historia de la humanidad.

Pero es preferible hablar de "mejora" y no de cambio porque modificar unas estructuras mentales y unos circuitos neurológicos que existen desde hace miles de años no es algo que se pueda conseguir de la noche a la mañana.

Si eso pudiera lograrse fácilmente, ya se habría hecho y el ser humano en particular y el mundo en general no serían como son ni funcionarían cómo funcionan.

Lo que si es cierto, es que toda persona puede perfeccionarse si se lo propone y puede transformarse para bien. Y si bien no es tan fácil modificar el SER, sí se puede trabajar el HACER y existen herramientas suficientes que nos pueden proporcionar una manera de vivir más equilibrada y llena de sentido.

Científicos y expertos no cesan de insistir en los muchos recursos a nuestro alcance.
Al final todo parece indicar que nos encontramos ante un nuevo desafío.

Conocer individualmente nuestra forma oculta de pensar, poseer un cierto control sobre los misteriosos mecanismos que generan nuestras reacciones, es nuestro gran reto del futuro.