
Comunicación
A VUELTAS CON LA COMUNICACIÓN
Siempre hablamos de los problemas de comunicación y de que no nos entendemos y procuramos identificar los obstáculos que nos lo impiden:
El argot según la edad, la jerarquía, la actitud defensiva, el uso impreciso del lenguaje, la discrepancia de competencias, no tener en cuenta a quien va dirigido el mensaje, y otros condicionantes.
Y queremos solucionarlo con múltiples técnicas y conductas:
Escuchar con empatía, no juzgar, parafrasear, asentir, evitar actos y gestos que distraigan, saber preguntar, evitar interrumpir al emisor...
Y creemos que eso es lo más natural del mundo, pero no es así.
Escuchar activamente requiere un gran esfuerzo casi incompatible con nuestra manera de vivir en "piloto automático" y porque no estamos diseñados para hacerlo.
Escuchar es muy difícil. Escuchar es un calvario para nuestro cerebro, porque significa fijar nuestra atención durante un tiempo determinado, en algo que a menudo no activa nuestra curiosidad. En definitiva, nuestra mente se aburre.
Por tanto, ninguna técnica nos será útil, si no vamos a la raíz del problema, a lo realmente difícil:
Afrontar con atención plena y máxima concentración lo que estamos haciendo.
