Inteligencia artificial

19.08.2020

La Inteligencia Artificial está cambiando nuestra forma de trabajar y de vivir.

Se nos dice que las nuevas tecnologías permitirán automatizar de forma eficiente todo tipo de procesos y el funcionamiento de las empresas dependerá de la unión entre seres humanos y máquinas a través de actividades híbridas.

Y se habla mucho de la necesidad de competencias digitales, pero no de que, después de miles de años de evolución, el hombre no pueda conseguir a lo largo de su vida desarrollar plenamente sus capacidades mentales y emocionales, tan necesarias para tratar con la complejidad del mundo futuro.

La magnitud del cambio es enorme.

Incluso intuimos que en estadios avanzados, la I.A. no será el criado fiel del hombre, sino un sustituto perfecto para tomar decisiones estratégicas que afecten a la propia humanidad.

Por lo que nos enfrentamos al dilema:

¿Rendición incondicional, aceptando todo lo que venga del mundo digital y convirtiéndonos nosotros mismos en mediocres robots sin capacidad de discernimiento?

¿O un camino de crecimiento mental y emocional que nos permita ser dueños de nuestras vidas, con capacidad para decidir y utilizar las nuevas herramientas, y que dé valor y sentido a las funcionalidades de las máquinas?