
La razón
Hombre: Dijiste tarta de fruta.
Mujer: No dije tarta de fruta, dije tarta de trufa.
H: Dijiste tarta de de fruta.
M: No me vas a decir lo que yo dije.
H: Dijiste tarta de fruta.
M: Dije tarta de trufa.
H: La verdad es que vi tarta de trufa, pero no la cogí porque dijiste tarta de fruta.
M: Dije tarta de trufa.
H: Bueno, yo oí tarta de fruta.
M: Entonces está claro que no estabas escuchando ."Tarta de fruta" ni siquiera suena parecido a "tarta de trufa".
H: Bueno, puede que sin querer dijeras tarta de fruta
M: Dije tarta de trufa.
Conversación real oída en una estación de tren. (Transcripción de Kathryn Schulz publicada en el libro" En defensa del error")
¿Porqué nos gusta tanto tener razón?
Algunos de nosotros vamos por la vida dando por supuesto que casi siempre la tenemos en lo esencial.
Yo, personalmente, digo que en mi mente vive un juez realquilado. Me paso la vida dictando sentencia sobre lo que está bien y lo que está mal.
La mayoría de veces tener razón ni nos beneficia ni nos perjudica, pero el regustillo de tener razón está ahí y nos es imposible renunciar a él.
¿A vosotros también os pasa? ¿Porqué creéis que nos sucede?
